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La butifarra con alubias, o butifarra con secas, es un plato clásico y tradicional de la cocina catalana, muy sencillo pero también muy característico de esta cocina. La asociación de alubias y butifarra existe también en la cocina occitana, hermana de la catalana, en uno de sus platos más populares: el llamado “caçolet”, aunque la preparación es muy diferente.
Las alubias fueron introducidas en la cocina catalana a partir del siglo XVI, con otros productos originarios de América. Por otra parte, la butifarra se llamaba llonganissa o llangonissa, y aún se sigue diciendo así en algunas comarcas. En la época de la Renaixença catalana, en la segunda mitad del siglo XIX, es cuando este plato se hizo muy popular. En esta época, Felipe Cirera, que a veces firmaba como Felipe de Palacio, en el libro Avisos o Sian reglas senzillas un principiante cuyner o cuynera adaptadas a la capacidad de los menos instruhits, ya hablaba de alubias estofadas o guisadas cocidas con butifarra. Hacia el 1830 también aparece la receta en el Nuevo manual para cocinar con toda perfección y en 1835 aparece en el libro anónimo La cuynera catalana, aunque todavía utilizan la palabra llonganissa para referirse a la butifarra.
En las fondas de seises barcelonesas del siglo XIX (fondas donde las clases medias y populares podían comer menús caseros a precios asequibles. El nombre viene de seis (reales), que era el precio de pasar una noche. La comida valía unos dos reales) este plato era conocido como las once mil vírgenes, seguramente por el número de alubias, y la butifarra era una chica del país.
En 1932 aparece la receta de butifarra con alubias, así como otras donde éstas están cocidas en forma de sopa, con su sofrito y su picadura, en El libro de la cocina catalana de Ferran Agulló.
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